viernes, 5 de agosto de 2011

Autorretrato


Por mi piel oscura caminan mis temores, como queriendo escapar, como buscando otro ecosistema, quizás mas fuerte, quizás menos extraño. El trayecto es corto, pero aún así no lo logran y regresan para quedarse, tropezando con mis cicatrices y lunares, enredándose en mi pelo largo, negro, bailando en mi nariz, rodando hasta mi pecho para instalarse justo al centro, en mi interior, comiendo de mis debilidades, de mis inseguridades. No estoy mintiendo, tengo miedos. Tengo miedo a los caracoles, a los días demasiado cortos, a los gritos, a los viajes demasiado largos, a los viejos del saco, a la gente, a las ciudades. Tengo miedo a la soledad, al futuro, a las despedidas, a cansarme de luchar. No tengo miedo a los miedos.
Creo. Creo que las personas cambian, dañan, que el arte salva, que la música no muere, que el cigarro ata y mata, que la justicia se pierde, que queda gente buena, que la libertad existe.
No me gusta hablar en primera persona, no me gusta hablar de mí, soy introvertida, no me gusta contar, odio ser auto referente, odio hacer un autorretrato, exagero.


martes, 2 de agosto de 2011

Microguerras


Las banderas ondulaban altaneras en el cielo sobre el campo de batalla. El coronel a cargo era Fedor, quien con tres batallones de infantería, dos escuadrones de caballería, cinco piezas de artillería de montaña y sus temidas estrategias, planeaba vencer al enemigo. Fedor era el destino, Fedor era Dios. Cada hombre un títere de sus designios.
Se siente un cañonazo a la distancia. La guerra se había desatado. Cada hombre estaba en su lugar, y los primeros disparos ya volaban sentenciados casi sin remedio a acabar con alguna vida. Abúlicos se enfrentaban los soldados bajo el anonimato de sus uniformes de camuflaje. ¡Pag!, ¡pag!, sonaban estridentes los mortíferos tiros, mientras caían derrumbados culpables e inocentes. Súbitamente una pausa en la guerra, y amigos y enemigos revueltos en una bolsa. Fedor sacudió el pasto de su polera y pedaleó a casa. Estaba hambriento.

lunes, 1 de agosto de 2011

Cada lugar parece ser una reminiscencia de algo, en los muros se anidan vestigios de historias oxidadas, en el aire retumban ecos de voces perennes,por todas partes pululan horas resistiendoce a ser olvidadas y nuestra imagen en la lluvia sucia sobre el cemento refleja que no somos más que un enjambre absurdo e incoherente de recuerdos. 
Sobre mi juventud recae un recuerdo con todo su peso y me pregunto si se es resistente o si pueden ser los recuerdos misteriosos homicidas, si serán  inmunes a la humedad de abril que me empaña mientras camino, si se extirán como ese hálito de aliento congelado que nace y muere repentinamente al salir de mi boca, bajo el umbral de mi puerta me pregunto si el frío en nuestras manos añorará el calor de nuevas memoriassi se podrán alterar los recuerdos.