lunes, 23 de julio de 2012

No olvidar: 
'llevabas tu mano sobre tu boca y desplegabas tus dedos como ordenando tu barba'

Me gusta/aba cuando 'llevabas tu mano sobre tu boca y desplegabas tus dedos como ordenando tu barba'. Lo escribo porque poco a poco lo estoy olvidando, estoy olvidando-te todo. Sólo por prevenir elegiré este recuerdo para guardarlo, por si quizás algún día quisiera recordarte, entonces ahí, entre tus maneras borrosas, entre el regocijo y el dolor que provocaste, podré recordarte así: 'llevando tu mano sobre tu boca y desplegando tus dedos como ordenando tu barba'. Un recuerdo cotidiano y dulce, vacío de toda la densidad que sumamos después. 


jueves, 24 de mayo de 2012

Si un día soy vieja, espero amar la vejez también.

sábado, 3 de marzo de 2012

Con una cámara la vida es mejor, 
no importa lo que pase, siempre habrá 
un lugar tras el lente que podrá  hacerme 
feliz, incluso, más feliz cuando ya lo estoy. 

martes, 28 de febrero de 2012


Y finalmente descubres que las ciudades 
no son más que las razones para irse o las 
razones para quedarse, los ciudadanos: 
escapistas o felices. ¿A quién le importa el 
clima o las catedrales?, ¿Si es norte o es sur?, 
si a menudo hay una razón de carne y hueso 
para echar raíces o huir. 

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Boca arriba

(No estaba el sol ni la luna, solo el cielo repleto de nubes sin reina ni rey).


El nuevo paisaje entró por sus vidriosos ojos y viajó por su sangre hasta estremecerla en su vientre, sintió que todos los pájaros que cantaron esa mañana para despertarla volaron más abajo de su ombligo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

365
{De una banca chillaneja, a un asiento línea azul, a una ciudad costera, a vales que se cambian por un plato de comida, a domingos sobre ruedas,  a una almohada penquista donde cada mañana es temporada de risas}                                                                                                                                                 

sábado, 12 de noviembre de 2011

La viejecilla miraba resignada, como si hubiese olvidado que sus ojos también funcionaron bien, que su piel también fue suave y tersa, que su cabello no fue siempre blanco. Que también se divirtió usando vestidos  cortos, fingiendo que no sabía cuánto hombre se voltearía a mirarla o cuántas cosas podrían suceder  sólo por llevar esas piernas morenas  y jóvenes.
Olvidó tal vez cuánto se prometió no olvidar. Perdió tal vez sus diarios, sus fotos, esas notas dulces que alguna vez guardó en una caja de zapato como hueso santo, que ahora de santo no tienen nada y de hueso, tal vez lo corroído y relegado.
Ya no habita más que su cocina, tal vez olvidó lo confortable que le parecieron los otros rincones de su casa. Lo apelmazado de la lana de su colchón no es más que un hecho antiguo, no es más que un suceso que quedó ahí estacionado a falta de un buen rito reparador o de una canita al aire. Ahora los sillones están vestidos de polvo y no cobijan más que vacíos y una que otra historia perdida en el tiempo.
Su gata también está vieja, más lenta y más arisca, pero ella si recuerda sus años mozos y por eso es que le molesta envejecer, por eso es que la vejez le estorba, la vieja no sospechaba lo afortunada que había sido al olvidar… no había nada que añorara.